“…Antes de iniciar la labor de cambiar el mundo, da tres vueltas por tu propia casa…”
Proverbio chino
El Feng Shui es sólo uno de los componentes de la trinidad que rige las buenas fortunas. Es el aspecto telúrico de la trinidad formada por lo celeste, lo terrestre y lo humano. En este contexo ejerce su influencia la trinidad de la suerte sobre los resultados de la práctica del Feng Shui. A cada persona se le ofrecen auspicios de tres tipos:
- La fortuna celestial determina nuestro destino y sobre ella no podemos ejercer influencia alguna; ella prefigura las condiciones de nuestro nacimiento, nuestro carácter y las circunstancias de nuestra vida. Podría decirse que es nuestro karma.
- La fortuna telúrica proviene de vivir en armonía con el entorno. Este aspecto podemos controlarlo por cuanto somos nosotros quienes elegimos vivir o no en armonía con las energías del espacio que habitamos.
- La fortuna humana es la que nos labramos nosotros mismos y en este sentido también queda bajo nuestro control. Un buen Feng Shui aporta las oportunidades de progreso y felicidad. La pone, por así decirlo, en el umbral de nuestra casa. A nosotros nos corresponde recogerlas y aprovecharlas para sacar el máximo partido de ellas.
Según I Ching, que es la base fundamental de las enseñanzas del Feng Shui, en el Universo todo es cambio, todas las cosas cambian. Toda buena fortuna engloba en su núcleo la desgracia. Esta puede crecer y predominar, con lo que estaríamos ante el más absoluto infortunio. Pero también es cierto lo contrario, a saber, que en pleno infortunio, puede germinar la semilla de la buena suerte.