Beijing es una ciudad que alberga otras tantas urbes en su interior. Su disposición urbanística y arquitectura nos permite vislumbrar una llamativa gama cromática, con colores como el rojo, el amarillo y el blanco.
Hasta 1403, la capital de China fue Nankin pero en ese año el tercer emperador Ming Yong (1403-1424), trasladó la capital a Beijing –nombre dado por unos misioneros franceses a esta ciudad, tratando de transcribir el sonido de esta palabra en chino- El altísimo nivel de jerarquización del Estado se refleja en la disposición de la ciudad en cuatro anillos cuadrangulares, formados por otras tantas murallas que dividían la ciudad en cuatro recintos concéntricos, más inaccesibles cuanto más hacia el centro. En el corazón mismo estaba el lugar más restringido de todos, reservado tan sólo al emperador y a su séquito: La Ciudad Prohibida. El recinto más externo es el conocido como Ciudad Exterior o Ciudad China, por cuyo extremo sur se accede al interior a través de la puerta de la pacificación Externa. Una larga avenida nos conduce a la puerta Sur, que da acceso al siguiente recinto, el conocido como Ciudad Interior. Por la Puerta de la Paz Celestial accedemos al tercer recinto o Ciudad Imperial. Esta puerta estaba reservada al paso del emperador o a personas autorizadas por él. El resto del personal y oficiales debían acceder por los laterales. Desde esta puerta la avenida continúa hasta la gran Puerta Meridiana o WU Men, que da entrada al último recinto, el más sagrado e importante, conocido como la Ciudad Prohibida. Por esta puerta, la más grande, se atraviesa una muralla de diez metros de altura, precedida de un foso de cincuenta metros de ancho que rodea todo el recinto. Una vez en dentro, a través de la Vía Imperial, llegamos a la puerta de la Suprema Armonía, que da acceso al Palacio Imperial, divido a su vez en dos recintos: el Palacio Exterior, destinado a asuntos del Estado, y el palacio Interior, que era la residencia del emperador. Numerosos palacios y pabellones se levantan por cada uno de los recintos de la ciudad, siguiendo todos ellos la mismo a estructura: un gran pabellón en el centro y dos torres o pabellones de menor tamaño, siempre a pares y normalmente enfrentados. La importancia de los edificios se realza mediante un basamento monumental que actúa de terraza y que presenta distintos planos y perfiles. Suelen estar construidos en mármol, mientras que los pabellones son de madera. Las caracteres decorativos siempre son los mismos, con una armadura de madera y columnas que sustentan los techos salientes. Entre la variedad cromática de estos edificios destacan el blanco del mármol en terrazas, escaleras y basamentos, el rojo en la madera policromada y el amarillo imperial en las tejas y elementos decorativos de los edificios. Resulta sobrecogedor imaginar al emperador, conocido como el Hijo del Cielo, caminando con sus mejores galas por estos palacios casi desiertos u orando en silencio a sus dioses sobre las terrazas del palacio Interior, considerando como el núcleo cósmico de la ciudad.