…He aquí la rosa eterna, de mil tronos circulares ascendentes que acogen a los bienaventurados que se reflejan en la luz de Dios…
El infierno está dividido en nueve círculos concéntricos, en donde los condenados están distribuidos según la gravedad de su pecado, cometido en vida:
El pecado de incontinencia, en el que la razón es vencida por la pasión desenfrenada, es castigado en el segundo, tercero, cuarto y quinto círculos.
El pecado de la herejía, en el sexto.
El pecado de la malicia cuando la acción malvada ha sido realizada con malicia, en el séptimo.
El pecado de la malicia cuando la acción malvada ha sido realizada con violencia, en el octavo.
El pecado de la malicia cuando la acción malvada ha sido realizada con engaño, en el noveno.
La pena del condenado es doble: a la privación de la visión de Dios se le agrega el tormento físico, con frecuencia acrecentado por la feroz crueldad de los guardianes infernales.
A orillas del abismo, en el Antinfierno, están confinados los indolentes, los cuales, picados por moscardones y avispas, persiguen, sin jamás detenerse, una divisa anónima que corre delante de ellos, dejando caer sangre y lágrimas que a sus pies son recogidas por gusanos hormigueantes.
Un ancho río, el Aqueronte, separa el Antinfierno del Infierno en sí; a su orilla exterior una multitud de almas, presa del terror, espera ser trasbordada desde allí por Caronte, demonio cano, de ojos de fuego.
El primer círculo está constituido por el limbo, en donde se hallan, a causa del pecado original, los niños muertos antes de haber podido recibir el bautismo y aquellos que habiendo vivido antes de la llegada de Cristo, lo hicieron virtuosamente. Estas almas no sufren ningún tormento físico, pero su tristísima pena consiste en el siempre insatisfecho deseo de la visión de Dios.
A la entrada del segundo círculo se halla Minos, demonio gruñón, que estudia las culpas de cada cual, juzga y decreta irrevocablemente el lugar en donde cumplir la pena. En el segundo círculo están castigados los lujuriosos, arrastrados por una eterna y violentísima borrasca. En el tercero, los golosos yacen en fango, despellejados y descuartizados por las zarpas del demonio Cerbero, perro monstruoso que ladra por tres fauces. En el cuarto, los avaros y los pródigos. El quinto está constituido por el cenagal Estix que circunda la ciudad de Dite. En el sexto círculo, cuya barrera exterior son los muros de Dite, son castigados los herejes. En el séptimo círculo, vigilado por el Minotauro, expían sus culpas los violentos.
El octavo círculo está constituido por diez simas, fosas concéntricas cruzadas por puentes.
El Purgatorio está formado por siete cornisas.
El Paraíso terrenal aparece como una floresta densa y lozana atravesada por dos ríos: el Leteo que hace olvidar las culpas cometidas y el Eunoe, que devuelve el recuerdo del bien realizado q2ue purifican las almas y las preparan para su ascensión hacia las estrellas.