Para un arquitecto, cada proyecto significa una nueva experiencia. Desde la soledad de las primeras ideas y dibujos hasta ver su realización material, se desarrolla un largo proceso que da lugar a múltiples intervenciones.
Carlos Ferrater
Mackintosh creó en Glasgow para Newbery y para las generaciones de estudiantes de arte, no sólo el edificio más apasionante donde estudiar, sino también un hito en la historia arquitectónica. La Escuela sería el trabajo de su vida para Newbery y para Mackinstosh su obra maestra.
Newbery, como director, marcó el punto culminante en el éxito de la Escuela de Arte, demostrando su admirable habilidad como administrador y un instinto nato para reconocer y fomentar el talento. En 1895, la necesidad de acoger un número creciente de alumnos llevó a Newbery a plantear la construcción de un nuevo edificio. Doce estudios de arquitectura de la ciudad acudieron a un concurso que partía con un presupuesto muy limitado, fue la firma Honeyman & Keppie, donde trabajaba Mackintosh la que se hizo con el proyecto. Los planos de Mackintosh fueron objeto de grandes controversias, pues muchos consideraron que era un ejercicio de estilo art nouveau favorecido por Newbery, evidentemente como director habría jugado un papel muy importante en la elección, pero era el proyecto de Mackintosh el mejor? La respuesta sería abrumadoramente afirmativa por lo que se acabaría con la leyenda de que tan radical propuesta fue elegida únicamente por la insistencia del director. En 1897 empezaron los trabajos del nuevo edificio para albergar la Escuela de Bellas Artes en Renfrew Street. Se completó la primera mitad del edificio en 1899 y la segunda en 1909.
La figura más emblemática de la Escuela de Arte de Glasgow fue Mackintosh. Entre el resto de sus miembros destacaron Francis Newbery, director de la Escuela desde 1885, su esposa Jessie, Margaret y Frances MacDonald, Herbert MacNair, George Walton y Talwin Morris. Este grupo de arquitectos y diseñadores vanguardistas vinculados a la Escuela representaron a través de sus obras un paso decisivo en la evolución escocesa del Art Nouveau, denominado Escuela de Glasgow.